jueves, 18 de julio de 2013

Réquiem para Can Fabes


Y uno más

Parecer ser, si un milagro no lo impide, que en unas semanas, cerrará uno más de los grandes y cuando digo grande, lo digo con todo lo que la palabra supone, porque el Can Fabes del difunto Santamaria, lo era y lo es.

El primer tres estrellas de Cataluña y donde he tenido el placer de comer en varias ocasiones y que para mi, junto con Zalacain, si de comer hablamos, las mejores mesas de este país tan esferificado y con diferencia, con mucha diferencia.

Aún recuerdo la polémica surgida entre S.M. el Feliz y el difunto Santi en pro de la cocina como tal, de la buena cocina y del mejor servicio. Cocina de la de verdad, con mayúsculas  con productos de primera calidad, tratados magistralmente, sin aspavientos  sin fantasías sin fuegos artificiales, porque de comer se trata.

Ahora sé, que desaparece una buena referencia de mi agenda, que este otoño no degustaré esas setas tan típicas del lugar que acompañan viandas y aromas. La gastronomía, la mía en particular, queda huérfana. El buen comer, pierde un norte, porque de comer se trata.

Cada vez son más los comentarios y alusiones sobre la buena salud de la que goza este país nuestro gastronomicamente. Pues siento discrepar, no solo eso, pienso que todo lo contrario.

Mientras establecimientos como este desaparecen, aparecen en escena muchachos, que en un mes, pasan del anonimato a firmar libros en El Corte Ingles, eso sí, pulidos previamente. Donde cualquiera en su casa, con un kit al uso de la señorita Pepis, agasaja a sus invitados con espumas, aires, vientos y esferificaciones, sobre todo esferificaciones. No, la gastronomía en España, no goza de buena salud, bueno, como casi nada en este país a excepción de los corruptos y los chorizos, que no de Cantimpalo, que esos, si que son los nomber one y únicos responsables, de que lugares como Can Fabes, tengan que cerrar.

Pero bueno, en contrapartida en unos meses, tendremos un Bullipedia, las cocinas del mundo con mas sifones, los aires y espumas más insospechables, los cuadraditos de sandia y los rombos de lentejas, pero habrán desaparecido entre otras, las mejores setas que yo hasta ahora, haya probado.

Una mala noticia para mi, Can Fabes es y era, uno de los grandes, donde comer, comer bien, que de eso se trata.

Suerte amigos.



martes, 16 de julio de 2013

Zumo, sopa, salsa, bubu tata gugu


Cansino

Leo aquí la impresionante noticia y quedo anonadado por la trascendencia de la aportación del maestro, S.M. Ferrán Adriá I El Feliz. 

Anonadado, aunque no sorprendido ya que allí donde le preguntan, suelta la historia esa del zumo, la sopa y la salsa. En su aportación en el Master ese de cocineros que ganó el Pulido, ya contaba eso a una finalista agobiada, que no se enteró de un torrao. Añadía S.M. que él, no se cuantos años había necesitado para entenderlo... pues chato, hazte mirar el tema.

De ahí el nombre de esta entrada, a la que me he permitido añadir bubu, tata, gugu, eso sí... sin acritud, buen rollito.

sábado, 6 de julio de 2013

Honoris causa, pasen, señores pasen.

Honoris Causa, una causa de honor

Vamos señores, todos a la Uni, que hay investimientos.

Desde que la Universidad de Barcelona invistió a su majestad Ferran Adriá I El Feliz, muchas otras universidades del país han investido a su cocinero, la de Girona a Joan Roca, la de Elche a Paco Torreblanca y Quique Dacosta, esta por partida doble...

¡Ninguna universidad sin cocinero!

No puedo resistirme y me lanzo al Burripedia en busca de la definición de Honoris Causa:

"Doctor honoris causa es un título honorífico que da una universidad a personas eminentes. Esta designación se otorga principalmente a personajes que han destacado en ciertos ámbitos profesionales y que no son necesariamente licenciados en una carrera. Históricamente un doctor honoris causa recibe el mismo tratamiento y privilegios que aquellos que obtienen su doctorado académico de forma convencional, a menos que se especifique lo contrario."

Y me digo yo, que si ese titulo se le da a personas que han destacado en ciertos ámbitos profesionales ¿porque aún ninguna universidad ha investido a Nacho Vidal? Porque el chaval otra cosa no, pero destacar ha destacado y con matricula de honor.

Por eso desde aquí, animo a claustros, rectorados y a quien proceda, que tengan en cuenta mi solicitud y pongo en marcha a tal efecto, una iniciativa en la red, espero no tener que recurrir a recogida de firmas y que las autoridades competentes, tomen a bien mi petición.

Por nada del mundo me perdería a Nacho Vidal recogiendo su meritoria mención, como Dios lo trajo al mundo, solo con birrete,guantes blancos, anillo y libro y luciendo eso tan destacado que solo él tiene y triunfante en su ámbito profesional.

¡Venga! universidades del mundo, a por ello, ninguna universidad sin cocinero y alguna, la más atrevida... con Nacho Vidal

#NachoVidalHonorisCausa

Cuanta gilipollez concentrada. Que estropeao está el mundo Facundo.


viernes, 5 de julio de 2013

La Croquembouche hace equilibrios.


La imagen es propiedad de lasprovincias.es


¡Como está el patio!
En poco tiempo Arola, ahora Paco Torreblanca ¿quien será el próximo? Siento pena, dolor, cuando leo noticias como esta, porque son muchos años de trabajo de esfuerzo.
En la edición de este jueves del BOE, sale publicado el Concurso de Acreedores del pastelero por excelencia. Me trae tristes recuerdos.
El cocinero indignado, un servidor,pasó también por eso, en la crisis anterior, allá por los noventa del siglo pasado. Aveces pienso que nunca más trabajaré de cocinero, mi profesión.

Desde que yo recuerde andé entre fogones, en nuestro negocio familiar en el levante español, ya había sido de mi abuela, pasó después a mi madre y fue un servidor, quien animado por unos aires de grandeza vanguardistas, tuvo que echarle el candao unos años después.

De joven, me daba cierta vergüenza decir que era cocinero, eran otros tiempos donde la cocina no estaba tan bien vista y era trabajo de gordos con pelos grasientos, ojeras y olor a fritos y refritos. Aún no iba al instituto que ya ayudaba en el negocio familiar. Eran tiempos, eso sí, donde un cocinero chusquero, ganaba una pasta, donde los camareros eran profesionales y donde uno, si le echaba un par y controlaba un poco el tema, podía vivir de ello. Tiempos donde un profesional podía vivir todo el año de la temporada estival en la costa. Hoy todo es diferente.

A los dieciocho años, ya era el responsable de la cocina (me río yo del adolescente crónico del Masterchef)de una cocina de la que salían en un fin de semana entre trescientos y cuatrocientos arroces, a banda, con costra, arròs en fesols i naps (nuestra especialidad)y servíamos entre mil y mil quinientos comensales, de viernes a domingo.

Un año después y alentado por mi santa madre, me matriculé en una prestigiosa escuela de alta cocina, en el Lac de Rêves, cercano a Beziers. Ahí empecé a descubrir un nuevo mundo, un nuevo mundo que empezaba a emerger  donde se empezaba a fraguar una nueva cocina, diferente a esos arroces y frituras de pescado y ensaladas de la huerta, sin frutas exóticas ni vinagretas imposibles, a los que un servidor estaba acostumbrado.

Pasada esa etapa, decidí darle un nuevo aire tanto a la cocina como a nuestro establecimiento. Animado por uno de nuestros mejores clientes, me embarqué en una historia que había empezado siendo un sueño y culminó siendo la pesadilla de mi vida.

La paella en la mesa, pasaría a convertirse en timbales y torres imposibles, que en equilibrio, hacían que la gamba y la cigala, peleasen con la ley de la gravedad y el mejillón aplaudía con sus conchas. El limón, nuestros limones de toda la vida, fueron substituidos por jugos y extractos muy novedosos y exóticos. La vajilla  esas vajillas de toda la vida, con ese sonido único a restaurante que hacía al chocar un plato contra otro, también substituida por platos y servicio de formas geométricas  en algunos casos, casi imposibles.


Nuestra nueva cocina, crecía y crecía, empezaba a faltar el espacio físico donde acumular tanto diseño y tanta pollada, mientras la cuenta bancaria, menguaba y menguaba, al igual que menguaba nuestra clientela fiel, que venía a  nuestro kiosko para comer arroz y no equilibrios. Debo reconocer que no supe actuar a tiempo. Aquella Croquembouche nuestra, en equilibrio, empezaba a tambalearse y le dio el empujoncito definitivo un critico gastronómico que por entonces escribía en un destacado medio y solía descubrir nuevos establecimientos de la nueva cocina vanguardista. Él fue quien acabó de derrumbar mi sueño y mi Croquembouche particular. Un sifón fue el máximo responsable, maldito sifón. En definitiva, nos hundió en la miseria.

La clientela pasó a contarse de miles a cientos y después a decenas. Habíamos sido veintidós personas en el proyecto, el día que la Croquembouche se estampó contra el suelo, eramos tres mirando la catástrofe y mi madre (como fiera protegiendo a su cría)alentándome y dándome sabios consejos. Aquello fue el fin.

A partir de ahí, empezaría mi periplo hasta el día de hoy. He trabajado de cocinero en los lugares más rocambolescos, desde cruceros hasta un puticlub, de esos con lucecitas de colores, donde entre revolcones servían refrigerios y canapeses, eso sí, de diseño, a su distinguida clientela. He visto cerrar en el periplo cientos de establecimientos, he trabajado en las cocinas más lujosas y he dejado mis sudores en los antros más reprochables que nadie haya conocido, incluyendo los tugurios que visita el amigo Chicote.

En fin, este es el curri de Victor, el cocinero indignado. 

Ahora hay que ser mediático  eso es lo primero, aun que visto lo visto, no sé si eso también sirve para algo.

Para que luego venga un divo  cargadito de falsa modestia y te cuente eso de que hay que buscar la felicidad y no el éxito. Por Dios.

Y aquí andamos, buscando la felicidad ya que el éxito ya lo tuve.

Me planteo presentarme al próximo Masterchef, disfrazado de mozalbete a las puertas de la tercera edad y apasionado de la cocina, pero claro, eso tiene sus riesgos, imaginaros por un momento que me mandan a la m en el primer programa (suponiendo que pasase el casting) y que llegase a la final un chavalote, que a modo de inquisición, se las tiene con unas langostas de a 200 euritos la tirada.

Virgencita, déjame como estoy.

jueves, 4 de julio de 2013

Llegar a una final destrozando langostas


¿Se puede llegar a una final de un concurso culinario destrozando langostas? Pues sí, es evidente que si.

Poco o nada incluiría en todo lo ya dicho sobre el programa, fue lo que fue y punto. Pero si, desde la perspectiva de un cocinero indignado, me gustaría decir algo más:

¡Que nivel más bajo! me he rasgado las vestiduras durante todo el programa cada vez que he visto a los concursantes destripando literalmente los productos, especialmente pescados y lo del muchacho jovencito con las langostas ya fue para no dormir durante bastante tiempo.

Ha sido bastante evidente, creo, que han buscado personajes para alimentar la audiencia, para que lo mejor de cada casa se viese representado con los personajes. Desde una señora alcachofera con menos luces culinarias que Falete, hasta este niño jovencito, al que minuto si minuto también, piropeaban y daban jabón ensalzando su edad. Por otra parte, un rustico de mucho cuidado, no añado nada más. Un pseudo Adriá, con sus espumas y sus leches. Un muchachote al que según la organización, han pulido y de paso han convertido en ganador... no sé yo. Si no has encontrado tu perfil entre los concursantes, es que eres muy rar@.

¿Alguien se puede imaginar el precio de las langostas que destrozó el adolescente crónico? ¡Que no farte de ná!

Especialistas y críticos que empezaron dándole caña el evento y que después, ve a saber porque, les gustaba el evento.

Televisivamente, es evidente que ha sido un éxito, de eso se trataba.

Personalmente, creo, que no se puede llegar a una final destrozando langostas. 

Se ha perdido una gran oportunidad.

No busques el exito


"No busques el éxito  busca la felicidad" Ferrán Adría

Con esta frase el grande, Ferrán Adría, alentaba a los muchachos y muchachos de ese ya famoso concurso/programa llamado Masterchef.

Como salido de la propia boca de su coach, el mejor cocinero del mundo, con esa frase pretendía que aquel puñado de "cocineros" creyesen de nuevo el los Reyes Magos. 

Tan solo hacía falta ver las caras de los finalistas, para observar que estaban pensando en la felicidad, más que en el éxito. Prueba de ello, cuando este, el cocinero, le entrega a la semifinalista un pergamino excel de un ADN de no sé que y esta por el rabillo del ojo, mirando el maletín con los cien mil euracos, en fin.

Empiezo este blog para intentar ser feliz, se de antemano que no tendré éxito, está la blogesfera como pa tenerlo.

La gastronomía está sobrada de ingredientes y falta de ética.